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jueves, 25 de abril de 2013

La Sobreprotección Infantil


Una duda frecuente que se plantea entre los padres preocupados por dar una buena educación a sus hijos es saber el grado de protección más adecuada para sus pequeños.

Podemos decir que cada niño merece una protección especial según sus circunstancias. Ciertamente cuando el niño es muy pequeño, nuestra protección ha de ser total y absoluta, esencial para su supervivencia. A medida que el niño crece, se desarrolla en él un tremendo  espíritu de aventura, incluso lo más peligroso. Es más adelante cuando comienza a distinguir lo dañino de lo placentero y a tomar conciencia del dolor a través de sus experiencias.

Un factor esencial en el aprendizaje es la experiencia; su carencia conduce a la ineptitud. Por ello un exceso de protección le priva de asistir a esa necesaria “ escuela de la vida”, por la que ha de pasar tarde o temprano. Los fracasos moderados y los sufrimientos ayudan al niño a madurar. Lo único que hay que controlar es el grado de los mismos, para que no alcancen un nivel irreparable. 

El papel de los padres es caminar al lado del niño, encauzarlo en su desarrollo, marcarle el camino, pero no caminar por él.

martes, 16 de abril de 2013

Pautas para Educar


La mejor prevención en educación es la intervención temprana. Muchos padres se quejan de que los niños no vienen con un manual bajo el brazo, pero si siguen estas reglas básicas, seguramente le allanarán el camino que supone educar.

Primero. Volumen y tono conversacionales. Conseguir que le hagan caso no es cuestión de hablar alto. El poder está más en lo que se dice, en las consecuencias que conllevará no hacerlo a la primera, en la coherencia y en ser muy disciplinado con las rutinas. Si quiere que sus hijos le respeten, empiece por respetarles a ellos. Nadie quiere obedecer a alguien que no se muestra seguro y relajado.

Segundo. No dé órdenes contradictorias. Si le dice a su hijo que se duche, que recoja su cuarto y que se siente a la mesa, sin indicarle el orden, igual lo bloquea. Dígale lo primero que tiene que hacer, y cuando haya finalizado, lo segundo. Si su hijo tiene edad para memorizar varias órdenes, enuméreselas, dígale cuál es su prioridad. No espere que él la sepa, porque tiene las sus propias.

Tercero. Imaginación. Haga un concurso por semana para que jueguen “a hacer lo que deben”; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir. Los domingos lo puede anunciar: “A partir de mañana, se celebra el fantástico concurso de ‘Quién tiene la dentadura de caballo más limpia’. Las bases son estas: limpiarse los dientes tres veces al día y pasar revista. Las puntuaciones de papá y mías se sumarán, y el viernes anunciaremos ganador”. Si quiere que los niños se lo tomen en serio, haga lo mismo. Y tenga paciencia, hasta que se convierta en rutina necesita tiempo. El juego genera un ambiente relajado en el que apetece más aprender y obedecer.

Cuarto. No quiera modificar en su hijo todo lo que le molesta de una vez. Si se pasa el día diciéndole lo que hace mal, terminará por cargarse su autoestima. Elija una conducta a modificar y céntrese en ella siguiendo las pautas de este artículo. Cuando lo consiga, siga con otra.

Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminarán por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectará a la autoestima. Es mejor decir: “No me gusta ver tu cuarto desordenado; por favor, guarda los juguetes en las cajas”, a decirles: “Eres un guarro, qué asco de dormitorio”. No consiga que se cumpla la profecía autocumplida. Si les transmite que no confía en ellos y que no espera nada, puede que se cumpla.
Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque más razonamientos porque su hijo no los necesita. Simplemente busca ganar tiempo para no hacer lo que debe. Dígale: “Esto no es negociable; cuanto antes empieces, antes podrás disfrutar de lo que más te gusta”. Negocie lo que sea negociable y no siente precedente con lo que no lo es.

Séptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son más creíbles y generan un ambiente cálido y relajado. Cuando introduce cambios en la manera de educar, al principio los niños reaccionan con incertidumbre: “¿Qué significa que mi madre/padre ahora están calmados y no me gritan?”. Deles tiempo, necesitan acostumbrarse a esta nueva forma de comunicarse.

Octavo. No se contradiga con su pareja. Los niños tienen que saber que la filosofía y la escala de valores parten de los dos. Si no, estarán chantajeando a uno y a otro, fomentando el engaño para conseguir lo que quieren. Terminará por tener muchas discusiones con su pareja por eso. No se descalifiquen, ni ridiculicen, ni contradigan delante de ellos. Todo aquello en lo que no estén de acuerdo, háblenlo en la intimidad y negocien.

Noveno. Nunca levante los castigos. Es preferible aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego deshará convirtiéndose en alguien a quien se puede chantajear. Dígale: “Esto merece un castigo, ya te diré qué va a pasar”.

Décimo. Mejor que el castigo, el refuerzo. Significa prestar atención a lo que hace bien, cualquier cambio, y decírselo. Si continuamente centra la atención en lo que hace mal y le corrige y se enfada, su hijo aprenderá que esta es la manera de llamar su atención. Todo lo que se refuerza, se repite. Al niño le gusta que sus padres estén orgullosos de él, pero tiene que decirle de qué se siente usted orgulloso, porque él no lo va a adivinar.
Recuerde lo más fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras más importantes que los padres. Si trata de educar en una dirección, pero se comporta en otra, será inútil. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones tiene mucho más impacto que con palabras.

FUENTE: Patricia Ramírez – EL PAIS SEMANAL 24-3-2013

http://elpais.com/elpais/2013/03/21/eps/1363892577_310225.html

martes, 2 de abril de 2013

¿Cuándo podemos quitarle el pañal?


Los profesionales estiman que el periodo perfecto para enseñar a un niño a dejar de utilizar el pañal es entre los 18 y los 36 meses.
El llevar acabo esta tarea antes de este tiempo aparte de ser un fracaso puede ser hasta perjudicial para el niño, ya que el niño no está maduro para controlar y entender su cuerpo.
Si se retrasa la retirada el pañal después de los tres años el niño se habrá echo comodón, y te constará mucho hacerle entender que lo que antes estaba permitido ahora ya no lo está.

PAUTAS QUE INDICAN SI EL NIÑO LLEGÓ A UN NIVEL DE MADUREZ PARA QUITARLE EL PAÑAL:

1.     Le quitas el pañal y está seco tras tres horas de llevarlo puesto.
2.     Le desagrada y molesta llevar el pañal mojado e incluso te pide que se lo cambies.
3.     Se toca o se aparta a un lugar solitario cuando se nota que se esta haciendo pipi o caca, ( es consciente del acto)
4.     Te pide que le cambies el pañal y te muestra sus molestias de llevarlo puesto.
5.     Te informa que ha echo pipi o caca antes o después de hacérselo.

En ese instante tu hijo ya está preparado para dejar el pañal.
Si te decides quitarle el pañal debe ser de una para siempre," NO VALE "hoy se lo quito y mañana tengo un compromiso o tengo que ir a comprar y se lo pongo para que no haya incidencias.
Cuando a un niño se le quita el pañal hay que hacerle consciente de que no lo lleva, si tu se lo pones para un rato y luego se lo quites, el niño no capta bien el mensaje que le estas dando, lo confundirás y el niño no sabrá cuando puede y no hacerse pipi encima.
Cuando el niño se hace pipi encima no hay que regañarle, si utilizas las reprimendas sobre él no solo no conseguirás tus objetivos sino que el niño retrasaría su aprendizaje.

Se recomienda que primero se le quite el pañal al niño por el día y cuando lo haya superado se le retire también por la noche, no podemos pedirle tantas cosas al niño de golpe, vallamos paso a paso, sin prisas.

Cuando a un niño se le está educado a ser conscientes de como retener el pipi durante el día, por la noche él mismo se irá aguantando y se irá levantando cada día con el pañal mas seco. Hay niños que les da miedo el inodoro, se recomienda comprarles un orinal divertido y que él lo elija, y hablar con él y explicarle para que se utiliza.

Animarle a sentarse y que haga pipi, si lo hace "felicitarle "y ponerle muy contento, de esta manera lo motivarás y querrá volver a hacer pipi o caca para que le premies con esa felicitación, si no hiciera no pasa nada, volveremos a probar mas tarde, tarde o temprano lo conseguirá.

Recomiendo que se les ponga en el wc u orinal antes de las comidas, antes de las salidas y antes de dormir.

Haz este proceso cada media o una hora depende cada niño, es mejor educar a tu hijo a controlar durante el día y esperar algún tiempo a que lo haga por la noche.

Cuando veas que tu hijo lleva unos 15 días sin hacerse pipi encima por el día puedes plantearte el quitarle el pañal por la noche. Para empezar, quítaselo sólo en las siestas. Si el niño lleva unos días levantándose seco, prueba a quitárselo ya toda la noche.
Ponle a hacer pipi justo antes de irte tú a dormir. Venden " protectores de colchón" o bien "salva -camas" en las farmacias, que los utilizan en los hospitales. Te ahorraras mucho trabajo, le colocas uno entre el colchón y la sábana bajera.

Si tu hijo se hace pipi por la noche, sólo tendrás que cambiarle el pijama y la sabana, o bien si lo pones encima de la sabana y debajo del niño, ni las sabanas tendrás que cambiar.

En el tema de la noche, no hace falta ser tan estricto como por el día. Si ves que a tu hijo le resulta imposible no hacerse pipi en la cama, no dudes en volver a ponerle el pañal por la noche sin recriminarle e intentarlo otra vez pasados unos días.

Dos consejos:

o        Si puedes, es mejor esperar a que haga buen tiempo, ten claro que tu hijo alguna vez se hará pis o caca en la calle y si hace frío lo pasará mal.
o        Lleva siempre muda de recambio contigo.