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jueves, 25 de abril de 2013

La Sobreprotección Infantil


Una duda frecuente que se plantea entre los padres preocupados por dar una buena educación a sus hijos es saber el grado de protección más adecuada para sus pequeños.

Podemos decir que cada niño merece una protección especial según sus circunstancias. Ciertamente cuando el niño es muy pequeño, nuestra protección ha de ser total y absoluta, esencial para su supervivencia. A medida que el niño crece, se desarrolla en él un tremendo  espíritu de aventura, incluso lo más peligroso. Es más adelante cuando comienza a distinguir lo dañino de lo placentero y a tomar conciencia del dolor a través de sus experiencias.

Un factor esencial en el aprendizaje es la experiencia; su carencia conduce a la ineptitud. Por ello un exceso de protección le priva de asistir a esa necesaria “ escuela de la vida”, por la que ha de pasar tarde o temprano. Los fracasos moderados y los sufrimientos ayudan al niño a madurar. Lo único que hay que controlar es el grado de los mismos, para que no alcancen un nivel irreparable. 

El papel de los padres es caminar al lado del niño, encauzarlo en su desarrollo, marcarle el camino, pero no caminar por él.

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