Páginas

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Qué es la Estimulación Temprana?

La estimulación temprana es el conjunto de medios, técnicas, y actividades con base científica y aplicada en forma sistémica y secuencial que se emplea en niños desde su nacimiento hasta los seis años, con el objetivo de desarrollar al máximo sus capacidades cognitivas, físicas y psíquicas, permite también, evitar estados no deseados en el desarrollo y ayudar a los padres, con eficacia y autonomía, en el cuidado y desarrollo del infante.

Importancia de la estimulación temprana
La estimulación temprana busca estimular al niño de manera oportuna, el objetivo no es desarrollar niños precoces, ni adelantarlos en su desarrollo natural, sino ofrecerle una gama de experiencias que le permitirán formar las bases para la adquisición de futuros aprendizajes.

¿Por qué recibir estimulación temprana?
Durante esta etapa se perfecciona la actividad de todos los órganos de los sentidos, en especial, los relacionados con la percepción visual y auditiva del niño, esto le permitirá reconocer y diferenciar colores, formas y sonidos. Por otro lado, lo procesos psíquicos y las actividades que se forman en el niño durante esta etapa constituyen habilidades que resultarán imprescindibles en su vida posterior.

La etapa de 0-3 años de vida del niño establece particularidades en el desarrollo:
o     Se caracteriza por su ritmo acelerado del desarrollo del organismo.
o     Interrelación entre el estado de salud, el desarrollo físico y psiconervioso del niño.
o     Alto grado de orientación con el medio.
o     Desarrollo de estados emocionales.
o     Papel rector del adulto en el proceso del desarrollo.

¿Qué áreas comprende la Estimulación Temprana?
Para favorecer el óptimo desarrollo del niño, las actividades de estimulación se enfocan en cuatro grandes áreas: área cognitiva, motriz, lenguaje y socio-emocional.

El área cognitiva: 
Le permitirá al niño comprender, relacionar, adaptarse a nuevas situaciones, haciendo uso del pensamiento y la interacción directa con los objetos y el mundo que lo rodea. Para desarrollar esta área el niño necesita de experiencias, así el niño podrá desarrollar sus niveles de pensamiento, su capacidad de razonar, poner atención, seguir instrucciones y reaccionar de forma rápida ante diversas situaciones.

Área Motriz: 
Esta área está relacionada con la habilidad para moverse y desplazarse, permitiendo al niño tomar contacto con el mundo. También comprende la coordinación entre lo que se ve y lo que se toca, lo que lo hace capaz de tomar los objetos con los dedos, pintar, dibujar, hacer nudos, etc. Para desarrollar esta área es necesario dejar al niño tocar, manipular e incluso llevarse a la boca lo que ve, permitir que explore pero sin dejar de establecer límites frente a posibles riesgos.

Área de lenguaje: 
Está referida a las habilidades que le permitirán al niño comunicarse con su entorno y abarca tres aspectos: La capacidad comprensiva, expresiva y gestual. La capacidad comprensiva se desarrolla desde el nacimiento ya que el niño podrá entender ciertas palabras mucho antes de que puede pronunciar un vocablo con sentido; por esta razón es
importante hablarle constantemente, de manera articulada relacionándolo con cada actividad que realice o para designar un objeto que manipule, de esta manera el niño reconocerá los sonidos o palabras que escuche asociándolos y dándoles un significado para luego imitarlos.

Área Socio-emocional:
Esta área incluye las experiencias afectivas y la socialización del niño, que le permitirá querido y seguro, capaz de relacionarse con otros de acuerdo a normas comunes.
Para el adecuado desarrollo de esta área es primordial la participación de los padres o cuidadores como primeros generadores de vínculos afectivos, es importante brindarles seguridad, cuidado, atención y amor, además de servir de referencia o ejemplo pues aprenderán cómo comportarse frente a otros, cómo relacionarse, en conclusión, cómo ser persona en una sociedad determinada. Los valores de la familia, el afecto y las reglas de la sociedad le permitirán al niño, poco a poco, dominar su propia conducta, expresar sus sentimientos y ser una persona independiente y autónoma.

¿Cómo se desarrolla el cerebro de los niños en la edad temprana?

Investigaciones afirman que el cerebro evoluciona de manera sorprendente en los primeros años de vida y es el momento en el que hace más eficaz el aprendizaje, esto porque el cerebro tiene mayor plasticidad, es decir que se establecen conexiones entre neuronas con mayor facilidad y eficacia, esto proceso se presenta aproximadamente hasta los seis años de edad, a partir de entonces, algunos circuitos neuronales se atrofian y otros se regeneran, por ello el objetivo de la estimulación temprana es conseguir el mayor número de conexiones neuronales haciendo que éstos circuitos se regenere y sigan funcionando.
Para desarrollar la inteligencia, el cerebro necesita de información. Los bebés reciben información de diversos estímulos a través de los sentidos, lo hacen día y noche; si estos estímulos son escasos o de pobre calidad, el cerebro tardará en desarrollar sus capacidades o lo hará de manera inadecuada, por el contrario al recibir una estimulación oportuna el infante podrá adquirir niveles cerebrales superiores y lograr un óptimo desarrollo intelectual. Así por ejemplo, al escuchar la voz de su madre, percibir el olor del biberón o recibir una caricia: se produce una catarata eléctrica que recorre su cerebro, para despertar conexiones neuronales aún dormidas.

martes, 2 de septiembre de 2014

Pautas para afrontar la Vuelta al Cole

Durante esta semana y, de forma progresiva, los niños escolarizados comenzarán a incorporarse a las aulas. Las vacaciones han llegado a su fin y toca empezar la rutina. A todos les cuesta: a los más pequeños que asisten a escuelas infantiles, a los alumnos de Infantil y Primaria... Muchos niños lo pasan mal, tienen días de ansiedad, se descolocan, están más irascibles, nerviosos, tristes...Son procesos normales antes situaciones que no terminan de dominar. Son niños, no adultos, por lo tanto sus defensas emocionales son diferentes. Es por ello que los padres, el principal sustento emocional, debemos estar atentos para poder ayudarlos y sostenerlos de la mejor manera posible para que la vuelta al cole sea lo menos traumática posible.
Sin embargo, no es fácil. No es una tarea sencilla. Lo más importante para superar esta etapa de transición, según explica Marisa Moya, directora de la Escuela Infantil Gran Vía y psicóloga infantil, no es tanto «la receta, que es puntual, que puede ser muy efectiva a corto plazo, pero habrá también situaciones en las que hasta levante sarpullidos dependiendo del uso y de la interpretación. Prefiero hablar de actitudes, de lo que se siente, lo que se piensa, lo que se decide teniendo en cuenta una visión más amplia, más comprensiva del niño».

Los padres son el referente

Lo primero para la experta es comprender «la situación postvacacional que viven los niños y esta es la primera clave de una actitud compasiva para poder ayudar a afrontar mejor, si no de manera adecuada, esos siete o diez días de estrés y sentimientos depresivos que dura la vuelta al cole, la empatía ¡el gran poder que tiene es el de la conexión con el niño! Es el elixir que de un plumazo resuelve sentimientos de soledad y nos hace pasar a pensar que no soy un bicho raro y que mi madre, mi padre, me comprenden porque también lo viven y se puede superar».
La segunda clave, continúa la psicóloga, es «seguir siendo nosotros mismos: los padres somos modelo. Tus acciones invitan al comportamiento infantil. Los niños nos observan, nos interpretan y toman decisiones en función de esa entrada de información.Aprenden por imitación. Ahora os podéis sentir emocionados a la hora de enfrentaros a este reto porque os ofrece una oportunidad de enseñar habilidades tales como resolución de problemas, responsabilidad y cooperación. Los niños aprenden más de lo que ven hacer que de lo que les decimos que hagan. No siempre somos conscientes de que el lenguaje verbal transmite un mensaje que no debe desdecir a lo que haces, que ese mensaje debe ser directo, no debe dejar espacio a interpretaciones ambiguas. Hilando más fino, si existe coherencia entre lo que dices y lo que haces, vamos por el buen camino».

Pautas para hacerlo más fácil

Estas son las pautas que Marisa Moya ofrece a los padres para ayudar a sus hijos a superar este periodo de adaptación al colegio:
1. En estos días intenta hablar poco y actuar mucho y de manera consciente. Empieza decidiendo qué vas a hacer tú, después ya decidirás qué propones al niño.
2. Cuídate. Dedícate tiempo: Cuando uno se siente bien funciona mejor, serás un padre o madre más efectivo. Hay que cambiar rutinas, no lo hagas de golpe, tu cuerpo viene del aire, del sol, continua con paseos, con ejercicio, huye de centros comerciales, el invierno es muy largo, ya vendrán días en que sean la única opción. Sin embargo, tu organismo valorará positivamente que no le prives radicalmente de los beneficios de recompensa neuronal que suponen el movimiento y la distracción relajados. Esta puede ser una manera de que el niño se sienta motivado a emularte. Cambiar rutinas sí, pero progresivamente, sin poner el foco en las obligaciones y olvidarse de sí mismo. Una hora para preparar uniformes, una hora de paseo para compensar.
3. Dedícale tiempo: Venís entregados el uno al otro, te tenía sin fin. Llega la separación. No dejes que el niño siga siendo la mayor prioridad en tu vida. Fija tiempo especial para compartir todos los días, no importa tanto que sea mucho o poco, sí que sea placentero y le haga sentir al niño pertenencia y reconocimiento. El hogar es el centro de entrenamiento de habilidades de vida, si el niño se sigue sintiendo querido será más fácil que se sienta motivado a emprender situaciones nuevas, desafíos y retos.
4. Hacer un plan: Desarrolla una planificación con el niño, de manera conjunta, que contemple rutinas y normas, los niños se sienten más inclinados a hacer y respetar las obligaciones y las normas que ellos mismos han elaborado. Comprueba que ha entendido bien el planteamiento, es mejor conocer que tener que adivinar nuestras intenciones. El conocimiento le supondrá seguridad y orientación.
«Puedes preparar la mochila y después ir al parque o podemos ir al parque y después guardar los libros ¿qué prefieres?». Ofrece alternativas, alienta la toma de decisiones, cuando esté solo deberá hacerlo sin tu ayuda.
«Te recuerdo que debes mirar tu agenda de rutinas para ver qué tienes que hacer ahora». No impones, se invita a asumir la responsabilidad y se pueden apreciar las consecuencias de cumplir o no con lo pactado. La organización de las tareas de vida es una buena escuela para la posterior organización de tareas de colegio.
5. Comunica: No, no es hablar al niño, es hablar con el niño. Para comunicar, para que se establezca un diálogo es sustancial escuchar. Otra clave en la conexión con los niños. No supongas, verifica, solo así podrás saber cuáles son sus sentimientos, solo así podrás saber cuáles son sus razones. Solo así podrás optimizar tu apoyo y guía, conociendo y comprendiendo qué emociones siente y cómo las está procesando. Para comunicar es necesario:
—Muestra pequeños detalles de que estás ahí, mira a sus ojos, toca su brazo, acaricia su pelo...
—Utiliza onomatopeyas de apoyo a la conversación.
—Haz preguntas de curiosidad: «¿qué podrías hacer este curso para sentirte mejor en la clase?»
—No des todas las soluciones, no te apresures a dar respuestas, es seguro que le ganas en propuestas, pero eso no alimenta su autonomía, no le deja saberse capaz, permite que explore la relevancia de las situaciones y que pueda acceder a su sabiduría interior, hacer sus elecciones, es muy posible que las soluciones estén en su mano. «Un niño me pegaba el año pasado». Utiliza el silencio comprensivo. «Creo que este año jugaré con otro amigo».
—No niegues sus sentimientos, no los cuestiones. Valídalos. «Veo que estás enfadado con la vuelta al cole». Es respetuoso confiar en los niños, en que ellos mismos sobrevivirán a las frustraciones y desarrollarán sus capacidades en el proceso.
—No le quites la esperanza, concédele deseos aunque sólo sea en la imaginación: «me gustaría quedarme en casa», «sé lo mucho que te agradaría permanecer aquí y yo desearía tener una varita mágica para que fuera posible».
—Siempre que puedas olvida el «no», hay muchas frases que contienen el «sí», estas invitan a hacer una actitud positiva, implican, involucran, animan… «No contestes mal a los profesores» Podría ser «cuando algo te enfade, cuenta hasta diez, estarás más tranquilo y sabrás lo que tienes que hacer».
—Evita palabras como «nunca, otra vez…», las etiquetas inducen a sentimientos de incapacidad, insuficiencia y victimismo. Distancian a los chicos. Esto no es lo que necesitan en estas ocasiones, precisan cercanía porque la cercanía afectiva es seguridad y confianza, dos palabras mágicas para llevar en la mochila del colegio. A los niños no les interesa tanto que estés de acuerdo con sus sentimientos como percibir que son comprendidos.
6. Motivación. Es la clave más importante. El aliento es el motor del comportamiento infantil. Motivar no es chantajear con premios o comprar la voluntad del niño con alabanzas. Motivar es dar ánimo y hay que hacerlo todos los días: «veo a un niño que se preocupa de organizar sus materiales para el cole ¡Me parece que estás haciendo un esfuerzo grande!»
No dejes de expresarle todos los días cuánto le quieres, salgan bien o no las cosas, tenga éxito o se equivoque, tu amor es incondicional.
7. Juego y el sentido del humor. Son los mejores aliados, rompen la cadena de la ira, desdramatizan las situaciones, liberan neurotransmisores que son recompensa cerebral e invitan a repetir las experiencias… nos enseñan a ir entendiendo que las nubes no están siempre ahí, son pasajeras.

Fuente: Abc.es Familia