Está vinculado emocionalmente a una persona de referencia que es la que le cuida, alimenta, juega con él y le quiere.
Cuando el niño comienza la escuela transfiere a su maestra/o ese vínculo sentimental que le lleva a desempeñar correctamente las tareas que se le encomiendan. Por ello, es esencial cuidar el vínculo entre maestros y alumnos en todos los niveles de enseñanza.
Para motivar a los niños tanto en el colegio como en casa, es esencial presentar las tareas de la manera más atractiva posible, incluso en forma de juego. Pero, no nos engañemos, a medida que la materia a transmitir se complica, el juego y la diversión son más difíciles de conseguir; por tanto habrá que recurrir a otras fuentes de motivación enraizadas emocionalmente tales como la emulación, el querer agradar, la competición, la consecución de premios…
En resumen, es claro que para motivar a un niño o adolescente a aprender hay que poner en juego todo tipo de emociones, especialmente las positivas que le animen a realizar el esfuerzo de la consecución de saberes. Cuando esto sucede se producen, por añadidura, otras consecuencias como el sentimiento de pertenencia a la escuela, la cooperación con los compañeros y la comunicación afectiva con el profesor. Si esto se logra, el éxito está garantizado.
Consejos:
- Buscar objetivos intermedios
- Cuando muestren conductas positivas hay que saber darles compensaciones inmediatas
- Involucrarlos en actividades diferentes y positivas
- Potenciarles la autoestima reforzando sus puntos fuertes
- Aceptarlos tal cual son
- Explicarles las consecuencias de sus comportamientos (tanto de las positivas como de las negativas)
Autora: Sabrina Martínez Torrecillas - Psicóloga en STIMULOS Atención Educativa